UNESCO - Día internacional para la reducción de los desastres naturales
Los desastres afectan a nuestras sociedades en lo más hondo. Sólo durante este año hemos asistido al triple desastre del Japón (el terremoto y tsunami en la región de Tōhoku y el accidente en el reactor nuclear de Fukushima), a intensas lluvias monzónicas en Pakistán, a inundaciones en Australia y Tailandia, a un terremoto en Nueva Zelandia, a huracanes en el Caribe y a una devastadora sequía que ha afectado a 13,3 millones de personas en el Cuerno de África.
Cada vez que un desastre golpea nos deja conmocionados por su intensidad y nos recuerda la vulnerabilidad de nuestras comunidades (aunque, no lo olvidemos, no estamos condenados a la impotencia).
Cada uno de estos desastres (y hay otros) es la crónica de una profunda tragedia humana, pero también una historia de esperanza y resurgimiento. No podemos impedir que se produzcan, pero sí reducir los riesgos y atenuar sus efectos. Podemos actuar, pero debemos hacerlo anticipándonos al desastre, sobre todo para nuestros niños y jóvenes, que sufren las consecuencias de forma desproporcionada. Este año, ellos son los protagonistas del Día Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales.
Para reducir riesgos, debemos aumentar la resiliencia de las infraestructuras, escuelas, hospitales, carreteras, sistemas de abastecimiento de agua y gobiernos. Pero estas medidas, por sí solas, no bastan. También hay que reforzar la resiliencia de cada niña, de cada niño, de cada adulto.
La UNESCO interviene en estos ámbitos. El 11 de marzo, tres minutos después de producirse el terremoto frente a las costas del Japón, se emitió una alerta contra tsunamis que permitió limitar la pérdida de vidas humanas. La UNESCO coordina los sistemas de alerta temprana contra tsunamis, y estamos trabajando para ampliarlos a todo el mundo. Estamos fortaleciendo las capacidades nacionales de gestión y pronóstico de inundaciones y sequías. Tratamos de poner los avances científicos y tecnológicos al servicio de una preparación efectiva para afrontar los desastres y paliar sus efectos.
También trabajamos para generar una cultura de reducción de los riesgos, labor que empieza en la educación y tiene por objeto reforzar la resiliencia de las comunidades en su conjunto. La educación para la reducción de los riesgos de desastre es importante para dar lugar a un nuevo tipo de mentalidad y a nuevas prácticas que ayuden a las sociedades a responder y adaptarse a las presiones de cambio.
Gracias a esta labor se salvaron incontables vidas en el Japón a principios de este año. Redoblaremos esfuerzos para apoyar la educación en las zonas de este país afectadas por el desastre. La Red del Plan de Escuelas Asociadas de la UNESCO, que cuenta con más de 9.000 escuelas en el mundo, es una excelente plataforma para poner en marcha campañas y trabajar con jóvenes. En el marco del Decenio de las Naciones Unidas de la Educación para el Desarrollo Sostenible (2005-2014), del que la UNESCO es organismo principal, estamos elaborando directrices para integrar la reducción de los riesgos de desastre en los planes escolares. Los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (PEID), especialmente vulnerables a los efectos de los desastres y el cambio climático, están en el punto de mira de la labor de la Organización.
El número de desastres y sus efectos van en aumento. Pero el fatalismo no tiene cabida: podemos reducir tanto los riesgos como las consecuencias. Para ello hay que ponerse cuanto antes manos a la obra: a educar a los niños y jóvenes del mundo y a trabajar con ellos. Este es el mensaje del Día Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales 2011.
Sra. Irina Bokova
Directora General de la UNESCO