La función de la Universidad pública en la reducción del riesgo de desastres

Source(s): La Crónica de Hoy
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By Gustavo Pacheco López

Como consecuencia de los desastres en el mundo durante la década del 2005 al 2015 más de 700 mil personas perdieron la vida, más de 1.4 millones sufrieron heridas y alrededor de 23 millones se quedaron sin hogar. La Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNISDR) recalca que en el mismo periodo más de 1 mil 500 millones de personas se vieron perjudicadas por los desastres en diversas formas, y en particular las mujeres, los niños y las personas en situaciones vulnerables fueron afectados de manera desproporcionada. Las pérdidas económicas totales por desastres ascendieron a más de 1.3 billones de dólares.

Desde 1989 la Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 13 de octubre como el Día Internacional para la Reducción de Desastres (DIRD), cuyo propósito es promover una cultura mundial para la reducción de desastres, lo que incluye aspectos de prevención, mitigación y preparación. El DIRD ha representado una actividad de gran importancia en el ámbito mundial para aumentar el grado de sensibilización en torno a este tema, reconocer los avances logrados y fomentar mayores esfuerzos para construir comunidades y naciones resilientes a los desastres.

A pesar que México está expuesto a diversos riesgos naturales y antropogénicos, y experimenta recurrencia de desastres, poco se ha escuchado y discutido sobre el DIRD. De acuerdo a la plataforma de la UNISDR “Preventionweb.net”, el único evento organizado en México que en el 2017 conmemoró el DIRD ocurrió en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Unidad Lerma, “LA UAM LERMA DESPÚES DEL SISMO 19-S 2017. Hacia la reducción del riesgo de desastres”.

Tampoco se ha difundido el marco teórico denominado “Reducción del Riesgo de Desastres”, ni se ha discutido con suficiencia el “Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres”, adoptado por la tercera Conferencia Mundial de las Naciones Unidas, celebrada en 2015 en Sendai, Japón. El Marco Sendai estableció como meta para el 2030: “Prevenir la aparición de nuevos riesgos de desastres y reducir los existentes implementando medidas integradas e inclusivas de índole económica, estructural, jurídica, social, sanitaria, cultural, educativa, ambiental, tecnológica, política e institucional que prevengan y reduzcan el grado de exposición a las amenazas y la vulnerabilidad a los desastres, aumenten la preparación para la respuesta y la recuperación, y refuercen de ese modo la resiliencia.”

El Marco Sendai a su vez establece varios objetivos, prioridades y principios rectores, para su plena implementación. Entre ellos es importante resaltar las cuatro prioridades: Comprender el riesgo de desastres; Fortalecer la gobernanza del riesgo de desastres para gestionar dicho riesgo; Invertir en la reducción del riesgo de desastres para la resiliencia; y Aumentar la preparación para casos de desastres a fin de dar una respuesta eficaz, y “reconstruir mejor” en el ámbito de la recuperación, la rehabilitación y la reconstrucción.

Los terremotos de septiembre 2017 evidenciaron nuevamente la alta vulnerabilidad de la sociedad mexicana a los riesgos naturales. Adicionalmente se mostró la precaria resiliencia de la mayoría de las instituciones y empresas, públicas y privadas. En particular quedó patente la falta de personal especializado en la gestión del riesgo, crisis, desastres y ayuda humanitaria; desbordando lo que hasta ahora se conoce como “Protección Civil”.

Como universitario y académico, considero una responsabilidad señalar estas carencias, pero al mismo tiempo proponer alternativas y una visión de futuro. En este contexto es sensato que aceptemos que en México continuaran confluyendo diversos riesgos naturales, que el cambio climático exacerbará varios riesgos naturales o creará nuevos, y que la inequidad económica e injusticia social aumenta el número de mexicanos en vulnerabilidad a los riesgos naturales y crea una diversidad de riesgos antropogénicos.

En este contexto el “World Risk Report 2016” de la Universidad de las Naciones Unidas, ubica a México en la posición 95, con un índice de riesgo mundial (WRI) = 5.97% (moderado).

Ante los desastres ocasionados por los terremotos del 7 y 19 de septiembre de 2017, es imperante detonar la discusión sobre el papel de las universidades en la gestión del riesgo, la resiliencia a desastres y la ayuda humanitaria. Reconozco el valor, solidaridad y decisión de los diversos brigadistas universitarios que han ofrecido su tiempo, energía, conocimientos, y dinero para otros. Sin embargo, la Universidad pública dentro de sus funciones sustantivas debe a la brevedad posible resarcir su deuda con la sociedad mexicana, generando nuevos planes de estudio que formen profesionistas en el “Ciclo de Gestión de los Desastres”, y en un futuro cercano como expertos dentro de diversas instituciones y empresas gestionen los riesgos naturales y antropogénicos, evalúen la vulnerabilidad ante desastres, promuevan acciones y estrategias de resiliencia, y coordinen la asistencia humanitaria de forma eficiente y eficaz. Adicionalmente se debe promover la incorporación de materias a la currícula de la mayoría de los programas de licenciatura y posgrado que coadyuven a formar y sensibilizar sobre el papel y responsabilidad que cada profesión tiene en la reducción del riesgo de desastres. Al mismo tiempo la Universidad pública debe re-orientar parte de su actividad en investigación para proveer de soluciones a la sociedad mexicana que estén basadas en evidencia científica y promuevan la prevención, mitigación y preparación ante riesgos naturales y antropogénicos. Finalmente, pienso que la Universidad pública debe fungir como catalizador social promoviendo una cultura de prevención y reducción en el grado de exposición a las amenazas y la vulnerabilidad a los desastres, aumentando la preparación para la respuesta y la recuperación, y reforzando la resiliencia. En resumen, la Universidad pública mexicana debe ser un actor principal en la plena implementación y logro del Marco Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres.

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